Cincuenta y cuatro.
Veme a los ojos ahora que estoy cagando mi vida. La volatilidad de mis excrementos está ahora ante ti. No estás aquí y no soy un genio que pueda ofrecerte la abundancia. Te equivocaste conmigo cielo. Soy un cagador nato que se ha pasado la vida viendo cómo es que la mierda recorre su tubo excretor mientras tú esperas alguna condescendencia mía, un detalle, una cortesía que bien a bien no se dónde has aprendido que una persona puede generar. Puedo pensarlo todo y eso no es una fortuna, ni una ventaja, no es un poder ni una experiencia interesante porque en realidad no te da nada, sólo la cosa de pedirte que has de verme a los ojos mientras cago y pienso en tus deseos inacabables, en tu jodida plana de superficies y objetos y suposiciones que son supositorios.
Cincuenta y cinco.
Una pistola. La canción tiene que llamarse “Quiero una pistola”. La letra, perdón, la música estaría apoyada por la letra. Un arreglo muy rasposo, casi sucio, de texturas muy ricas, móviles y de pocas luces. A lo lejos toques de alarma de ciudad. Ojalá la voz pueda gritar pero perdiéndose en la arena musical. La melodía deberá conservar ritmos circulares sin ser tenebrosa ni apocalíptica, irónica sin ser sarcástica, seria sin ser cosa de locos, drogos ni pendejos.
Tengo algunas frases que tendré que acortar y modular para que rimen y se pueda vocalizar sin dificultades. Algo así como: Necesito la seguridad de un arma y lo mejor es una pistola. Una pistola es el límite, es el equilibrio, es una postura firme, es poder traer una jeta de indolencia. Todos deberían cargar pistola y las cosas estarían parejas. Esto necesita dirimirse continuamente y lo mejor es no discutir sino mediar con metales blandos. El peso de un arma personal en mi vientre. Conoce el plano de la igualdad. Una pistola, para mi seguridad, para acabar conmigo cuando reviente o desee enfrentarme a ti de una mejor manera.
Algo así. Ya nadamás me falta sentarme a acomodar frases. No, no es para el culto a las armas sino algo más cotidiano. Una posición filosófica de lo incompleto. ¿Crees que tu tío quera cantar esta canción. Les gustaría a los muchachos y tu tío le pondría sus toquecitos punketos. Mira, terminaría así: “Consíguete un arma y lo mejor es una pistola, Quiero una pistola”. Y lo que salga. Ya ves que al poner la canción se ocurren muchas cosas
Veme a los ojos ahora que estoy cagando mi vida. La volatilidad de mis excrementos está ahora ante ti. No estás aquí y no soy un genio que pueda ofrecerte la abundancia. Te equivocaste conmigo cielo. Soy un cagador nato que se ha pasado la vida viendo cómo es que la mierda recorre su tubo excretor mientras tú esperas alguna condescendencia mía, un detalle, una cortesía que bien a bien no se dónde has aprendido que una persona puede generar. Puedo pensarlo todo y eso no es una fortuna, ni una ventaja, no es un poder ni una experiencia interesante porque en realidad no te da nada, sólo la cosa de pedirte que has de verme a los ojos mientras cago y pienso en tus deseos inacabables, en tu jodida plana de superficies y objetos y suposiciones que son supositorios.
Cincuenta y cinco.
Una pistola. La canción tiene que llamarse “Quiero una pistola”. La letra, perdón, la música estaría apoyada por la letra. Un arreglo muy rasposo, casi sucio, de texturas muy ricas, móviles y de pocas luces. A lo lejos toques de alarma de ciudad. Ojalá la voz pueda gritar pero perdiéndose en la arena musical. La melodía deberá conservar ritmos circulares sin ser tenebrosa ni apocalíptica, irónica sin ser sarcástica, seria sin ser cosa de locos, drogos ni pendejos.
Tengo algunas frases que tendré que acortar y modular para que rimen y se pueda vocalizar sin dificultades. Algo así como: Necesito la seguridad de un arma y lo mejor es una pistola. Una pistola es el límite, es el equilibrio, es una postura firme, es poder traer una jeta de indolencia. Todos deberían cargar pistola y las cosas estarían parejas. Esto necesita dirimirse continuamente y lo mejor es no discutir sino mediar con metales blandos. El peso de un arma personal en mi vientre. Conoce el plano de la igualdad. Una pistola, para mi seguridad, para acabar conmigo cuando reviente o desee enfrentarme a ti de una mejor manera.
Algo así. Ya nadamás me falta sentarme a acomodar frases. No, no es para el culto a las armas sino algo más cotidiano. Una posición filosófica de lo incompleto. ¿Crees que tu tío quera cantar esta canción. Les gustaría a los muchachos y tu tío le pondría sus toquecitos punketos. Mira, terminaría así: “Consíguete un arma y lo mejor es una pistola, Quiero una pistola”. Y lo que salga. Ya ves que al poner la canción se ocurren muchas cosas