Cincuenta y cinco.
Una pistola. La canción tiene que llamarse “Quiero una pistola”. La letra, perdón, la música estaría apoyada por la letra. Un arreglo muy rasposo, casi sucio, de texturas muy ricas, móviles y de pocas luces. A lo lejos toques de alarma de ciudad. Ojalá la voz pueda gritar pero perdiéndose en la arena musical. La melodía deberá conservar ritmos circulares sin ser tenebrosa ni apocalíptica, irónica sin ser sarcástica, seria sin ser cosa de locos, drogos ni pendejos.
Tengo algunas frases que tendré que acortar y modular para que rimen y se pueda vocalizar sin dificultades. Algo así como: Necesito la seguridad de un arma y lo mejor es una pistola. Una pistola es el conocimiento del límite, es el equilibrio, es una postura firme, es poder traer una jeta de indolencia. Todos deberían cargar pistola y las cosas estarían parejas. Esto necesita dirimirse continuamente y lo mejor es no discutir sino mediar con metales blandos. El peso de un arma personal en mi vientre. Conoce el plano de la igualdad. Una pistola, para mi seguridad, para acabar conmigo cuando reviente o desee enfrentarme a ti de una mejor manera.
Algo así. Ya nadamás me falta sentarme a acomodar frases. No, no es para el culto a las armas sino algo más cotidiano. Una posición filosófica de lo incompleto. ¿Crees que tu tío quiera cantar esta canción. Les gustaría a los muchachos y tu tío le pondría sus toquecitos punketos. Mira, terminaría así: “Consíguete un arma y lo mejor es una pistola, Quiero una pistola”. Y lo que salga. Ya ves que al poner la canción se ocurren muchas cosas.
Cincuenta y seis.
¿Tú eres de los que le gusta su jeta? ¿Te has visto bien? ¿No crees que se te nota la cobardía o la pequeñez o que un ojo regular te puede ver la putería que te cargas? ¿o lo regaladamente pendejo que eres o que es uno? ¿No te ves en los aparadores, en serio, tu paso mediano, tu fingida postura a la que nada chingón puede adherirse? ¿Tú pequeña ridiculez mal vestida y peor actuada?
Bueno, aquella si que es una vaca en jodienda pues de veras cree que parte calle y que los hombres la elegirán a ella entre las miles de reses sexuales y aquel que trae el ceño fruncido por la fe de tan huevón y surce pepas, creyéndose madreador de cine gringo. Ellos sí tienen derecho a creerse, están en lo suyo, pero tú, tú que muchas veces tu propio cuerpo se te fue de las manos y tuviste que colgarte piedras para que no se te escapara y que te amarraste las manos para no convertir cualquier objeto punzo en una prolongación de una voluntad asesina. Ellos pueden creerse pero tú tienes una puta jeta en donde se ve toda tu historia de ser uno más de los que observan el espectáculo. Mejor quédate así, observando.
Mi discurso se llama: “De la incomodidad de uno”. Gracias.
Cincuenta y siete.
Coincidimos, tú y yo: tú lo soñaste y en el mismo momento aparecía en mi pantalla la mujer de grandes tetas y un pene adolescente y tratando que su pequeño pene se irguiera. ¿Lo vimos, no es así? Qué puede decirse de nosotros, tan lejanos, tan diferentes, tan fuera de conexiones, uniéndonos así en una entidad polimorfa. Aunque en ti se trató de un sueño, un suceso más que importante y en mi se trató de una búsqueda que me ofreció una imagen más que conmovedora, de cansancio: su pene jamás pudo tomar consistencia…
Una pistola. La canción tiene que llamarse “Quiero una pistola”. La letra, perdón, la música estaría apoyada por la letra. Un arreglo muy rasposo, casi sucio, de texturas muy ricas, móviles y de pocas luces. A lo lejos toques de alarma de ciudad. Ojalá la voz pueda gritar pero perdiéndose en la arena musical. La melodía deberá conservar ritmos circulares sin ser tenebrosa ni apocalíptica, irónica sin ser sarcástica, seria sin ser cosa de locos, drogos ni pendejos.
Tengo algunas frases que tendré que acortar y modular para que rimen y se pueda vocalizar sin dificultades. Algo así como: Necesito la seguridad de un arma y lo mejor es una pistola. Una pistola es el conocimiento del límite, es el equilibrio, es una postura firme, es poder traer una jeta de indolencia. Todos deberían cargar pistola y las cosas estarían parejas. Esto necesita dirimirse continuamente y lo mejor es no discutir sino mediar con metales blandos. El peso de un arma personal en mi vientre. Conoce el plano de la igualdad. Una pistola, para mi seguridad, para acabar conmigo cuando reviente o desee enfrentarme a ti de una mejor manera.
Algo así. Ya nadamás me falta sentarme a acomodar frases. No, no es para el culto a las armas sino algo más cotidiano. Una posición filosófica de lo incompleto. ¿Crees que tu tío quiera cantar esta canción. Les gustaría a los muchachos y tu tío le pondría sus toquecitos punketos. Mira, terminaría así: “Consíguete un arma y lo mejor es una pistola, Quiero una pistola”. Y lo que salga. Ya ves que al poner la canción se ocurren muchas cosas.
Cincuenta y seis.
¿Tú eres de los que le gusta su jeta? ¿Te has visto bien? ¿No crees que se te nota la cobardía o la pequeñez o que un ojo regular te puede ver la putería que te cargas? ¿o lo regaladamente pendejo que eres o que es uno? ¿No te ves en los aparadores, en serio, tu paso mediano, tu fingida postura a la que nada chingón puede adherirse? ¿Tú pequeña ridiculez mal vestida y peor actuada?
Bueno, aquella si que es una vaca en jodienda pues de veras cree que parte calle y que los hombres la elegirán a ella entre las miles de reses sexuales y aquel que trae el ceño fruncido por la fe de tan huevón y surce pepas, creyéndose madreador de cine gringo. Ellos sí tienen derecho a creerse, están en lo suyo, pero tú, tú que muchas veces tu propio cuerpo se te fue de las manos y tuviste que colgarte piedras para que no se te escapara y que te amarraste las manos para no convertir cualquier objeto punzo en una prolongación de una voluntad asesina. Ellos pueden creerse pero tú tienes una puta jeta en donde se ve toda tu historia de ser uno más de los que observan el espectáculo. Mejor quédate así, observando.
Mi discurso se llama: “De la incomodidad de uno”. Gracias.
Cincuenta y siete.
Coincidimos, tú y yo: tú lo soñaste y en el mismo momento aparecía en mi pantalla la mujer de grandes tetas y un pene adolescente y tratando que su pequeño pene se irguiera. ¿Lo vimos, no es así? Qué puede decirse de nosotros, tan lejanos, tan diferentes, tan fuera de conexiones, uniéndonos así en una entidad polimorfa. Aunque en ti se trató de un sueño, un suceso más que importante y en mi se trató de una búsqueda que me ofreció una imagen más que conmovedora, de cansancio: su pene jamás pudo tomar consistencia…