caricriatura

Cincuenta y ocho.

Voy a hacer mi informe, un informe de mi terapia, en donde deje sentir las conmociones, las resistencias, las sorpresas, los enlaces rotos, los nuevos vínculos, los reconocimientos, las apariciones parentales, las verdades intolerables, las aceptaciones, la revoltura de sexos y odios y afectos, las trenzas y nudos que hacemos con nuestra vida, las amenazas de sí mismos, los goces masoquistas, los contratos firmados en el culo, en las partes, en el destino persona, en el uso de la gente que quieres, en los fantasmas que le pones a tus hijos, las fragmentaciones, los disimulos, los despedazamientos y las unciones.


Cincuenta y nueve.

¿Suspensión del juicio? La nada arrebolada. No. Todo es fruto de una introspección mediada, una gran y agresivo lavado interno en el cual podemos ver, compañeros, los órganos, viejos, sí, pero ya no a servicio de lo ajeno, llámese como se llame, lo ajeno no es tema para esta aula. Aquí y allá podemos ver partes de cuerpo en donde las cicatrices se confundían con zurcidos inservibles. En esta recomposición, aún temblorosa de recién hechecita, hasta se puede observar la actividad interna de cohesión, lo que llaman espíritu en otras facultades. Estamos en presencia de lo que fue un desollado, claro uno que se creía desollado, que se recompone y usa en su defensa imágenes míticas de vínculo corporal, ustedes ya saben cuales. Dure lo que dure esta organicidad nueva –y por eso los traigo aquí-, podemos ver, fuera de teorías que discutiremos después, un cuerpo en trance de neutralidad. Por eso se marea de vez en cuando.