El atentado al pacto social: el turno de la derecha mexicana.

El atentado al pacto social: el turno de la derecha mexicana.

tesis desde el resentimiento.

1.- La Nación, Morelos lo sentenció, tiene sentimientos. Es cierto, hay que entenderla como una entidad que tiene espíritu. Para devenir, como todo, manifiesta naturales conflictos. Cada uno puede fracturar su cohesión; cada uno, de no ser así, desplegar las actividades de la paz, también generadoras de conflictividad. La paz también tiene sus nocividades.

2.- Esa sentimentalidad nacional tendrá que forjarse de una vida emocional, supongo; una vida cuya conflictividad presenta espacios desconocidos para sí misma y reconocimientos poco explorados: la vida nacional se sostiene en una continentalidad mayor, su inconsciente, no el colectivo, sino el profundo que es uno.

3.- Grandes mentiras son la estructura del discurso nacional propio. Las grandes reiteraciones persisten aunque el pueblo todo festeje: la Independencia, la Reforma, la Revolución; es decir, ni independencia, ni respeto al derecho ajeno, ni justicia social: una paz para gente de negocios, pretextos para la fiesta, el chiste es beber.

4.- Lo patriarcal fue el absolutismo estatal que mantuvo en paz asesinando a miles en caliente y a millones tibiamente, es decir con un modelo social de equilibrios mórbidos; un modelo económico para experiencias extremas: la estupidez en la riqueza; la desesperanza en la pobreza y la ilusión en lo medio. No es cierto que México sería inexplicable sin Carlos Fuentes; sería inexplicable sin Pedro Páramo; se trata de dibujar difusamente lo ilimitado, lo inaprensible: el monto del conflicto, la batalla por las experiencias de la idiocia y lo absoluto. La pretendida preeminencia del falo que se disuelve en el tracto matriz. Por eso el nombre del Padre es nuestra Madre Superiora.

5.- La idiocia es todo aquello que imagina, haciéndolo real, que puede existir una experiencia de individualidad que valga sobre otra; lo absoluto es la experiencia de la pobreza que dota de humildad, es decir que pone en la tierra a todo en un mismo plano. La pugna de la irreal verticalidad contra la Real horizontalidad, así en mayúscula.

6.- Una Nación -¿será una lengua, un espacio o una dote imaginaria?-, con sentimientos se enferma, también, mentalmente. ¿Cómo se cura?, ¿cómo se sobrevive a sí misma?, ¿cómo se suicida?

7.- Si asumimos que la Nación está enferma mentalmente por eso de que su conflicto interno está a punto de enloquecerla, de violentarla contra sí misma o de perder alguno de sus signos vitales, lengua, espacio o mente, entonces habrá, como individuos que somos, que exacerbar nuestros sentidos para ejecutar movimientos de sobrevivencia.

8.- La conciencia nacional no está en el discurso político, ni en del poder, ni siquiera en las barras de entretenimiento, ni en los líderes de opinión de los medios de comunicación; no, eso es parte de las resistencias al reconocimiento; la conciencia nacional está en el habla de los individuos de la horizontalidad, que se sepa escuchar es otra cosa.

9.- La enfermedad nacional, una vez reconocida, está en la emergencia y prevalencia de los rasgos fascistas, ahora en el turno del gobierno (no del Estado), de la derecha. Una vez en el poder serán los encargados de catalizar las ansias de autodestrucción, de ahí que la apariencia militar domine las apetencias de seducción y persuasión violenta. No es tiempo de imágenes; ahí esta el crecimiento de la movilización social y es sobre ella que la resistencia negra habrá de negar como deseo.

10.- La izquierda parlamentaria en México está deprimida, aún deprimida en su propia pugna por librarse de su propia psicología. Cuando el dinero arrastra lo imaginario de la clase partidaria de izquierda, no es que esté mal, es que está castrada; porque ser humilde, horizontal, es ser ahí; y ser ahí es ininteligible para la verticalidad que se desplaza en resarcimientos de clase y se vehiculiza en tratados que tratan, en el fondo, sobre la envidia; por eso se reitera, es Pedro Páramo. La literatura también tiene sus tecnocracias: La case media no habla, pregona.

11.- Aunque el ascenso de la apariencia armada en el campo nacional, sea institucional, sea en los dividendos televisados, sea de juego, sea de producir una variable de miles de muertos, expresa una patología; las armas siempre lo serán, aunque sea normal y sean objeto de culto, eso es nadería. Aunque, eso sí, las patologías son elementos de construcción.

12.- La crisis mundial no es del sentimiento nacional porque en la experiencia dominante del país, la pobreza, se resiste. Por eso los medios, siempre incompletos, alertan para no tener miedo por la crisis que es el caldo nutricio de la verticalidad, de la religión del dinero; por eso las manifestaciones para más seguridad, siempre la pulsión dominante de los negocios bajo auspicio.

13.- A pesar de que la crisis mundial neoliberal ahora se apoya en la dádiva del Estado en un pase ridículo, edípico, -antes intolerable para los magos de la libertad del mercado- el nombre del padre, el Estado, se reivindica ahora desde el mismísimo polo de la analidad del dinero.

14.- Por eso, en México, en esta idiocia de la derecha, los errores están de plácemes y el inconsciente nacional está por reivindicarse pese a los analistas de clase media que se desdijeron de su origen y apostaron por la luz artificial. Los sentimientos de la Nación son incognoscibles y sí, hay miedo, pero más miedo de los que entienden resistencia en sala de estar.

15.- Todo está en proceso y la inercia es la fuerza de que definirá ciertos y tempranos futuros. Bendita imprevisibilidad: un rozón generará las verdaderas luces de la ciudad, las indeseadas.

16.- Los verticales, los ricos, no son malos, están en su papel de miseria espiritual, son los verdaderos, poquísimos pobres.

17.- No hay necesidad de invitar a leer Pedro Páramo; siempre ha estado ahí, a pesar de la mediación de Rulfo. Es más, si no se lee mejor, no importa, en realidad no importa nada. Lean a Fuentes, recréense.